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Papito
- Pablo Narváez Díaz| Semblanza de Pablo Narváez |
| Papito, Te Amo |
| Una Hoja Hoy Cayó |
| Agradecimientos |
Mi querido papito, como le decíamos de cariño, era un hombre felíz. Felíz porque Cristo moraba en su corazón. De eso no me cabe la menor duda. No hay ninguna otra forma para que un hombre alcanze la felicidad si no es atraves de Cristo. Siempre con una amplia sonrisa como la que tenía aquí en los atrios de la iglesia de Piñas en Toa Alta, Puerto Rico, luego de algun sermón del cual obviamente salió regocijado.
No puedo olvidar como me ayudó con su apoyo,
consejos y aun ofreciéndome vivienda durante los últimos dos años entre 2000 y
2002 cuando volví a Puerto Rico para junto a mi esposa Eileen terminar mis
estudios universitarios. Amaba mucho a mi esposa Eileen, tanto que aveces,
como nieto mayor, sentía celos cuando le traía hermosas
guayabas y guineos de su finca como el le decía a su terreno sembrado de
diversas plantas frutales y no frutales. También recuerdo como se
regocijó
cuando por fín luego de mucho trabajo, Eileen y yo logramos terminar nuestros
estudios universitarios en junio de 2002. No solo eso. Se regocijó
aún mas al saber que Eileen y yo no participaríamos de nuestra graduación por
ser esta en sábado. Me dijo y aun me queda claro: "no te
preocupes mi hijo, hay una graduación final que será mucho mas importante que
esta y es cuando Cristo venga. Yo me alegro mucho que tu elijas guardar
los mandamientos de Dios".
Recuerdo que muchas veces, tambien teníamos nuestras diferencias, pero nunca hubo resentimientos. ¡No les digo que era un siervo de Dios!
Recuerdo cuando aveces al estar cantando se quedaba afuera de mi apartamento solo escuchándome, aveces entraba y se quedaba observándome. También cuando tocaba piano, desde himnos, música clásica y hasta alguna tradicional danza puertorriqueña. Entraba y hasta se ponía a cantar. Comenzaba a pedirme que tocara una y otra canción. Se gozaba.
Me compuso unas décimas para alguna asignación de la escuela, me imitaba cuando yo era pequeño y no sabía hablar: "cun cun cun cun" , mi vocabulario no muy extenso. Cuando hacía y vendia helados y mantecados: "Aqui llegó la guaguita, con piraguas y mantecados de todos los sabores...." y me llevaba con el a vender.
Pero además de los recuerdos bonitos, no hay un legado mas precioso que el testimonio de su vida, que el pan de vida (Jesus) que nos traía en cada una de sus conversaciones y predicaciones. Su himno favorito era Feliz el Dia.
Feliz el día en que escogiste servirle a Dios, Papito. Feliz los días que luego de ese día le serviste. Feliz el día en que nos diste consejos sabios. Feliz el día en que solo estuvistes con nosotros, tu familia. Y feliz el dia en que pasates al descanso temporero, porque descansas en Cristo Jesús. Feliz será el día en que te levantes y todos juntos podamos entrar contigo por las puertas celestiales.
Te quiero mucho.
Por Carlos D. Ortega
